El mural es un discurso de más de mil palabras; pinceles, brochas y rodillos son el arma utilizada para ejercer el derecho a la libre expresión; la pintura le da vida a los fondos grises del contexto citadino.
Dentro de un movimiento silencioso de artistas comprometidos socialmente el primer grito se dio en una de las aulas de la Universidad del Atlántico cuando apenas se alcanzaban a contar con los dedos de una sola mano; la recepción fue de esperarse, un sigiloso movimiento de voces intimidadas que no sabían cómo reaccionar ante la detonación "terrorista" del arte: un mural de dimensiones nunca antes vistas en esta ciudad huérfana de color, invitaba a los futuros filósofos a pensar, pues éste descansa en el salón que recibe a los primiparos de esta vieja ciencia. muchos aquí ni siquiera se preguntan acerca del sentido de la obra de estos artistas sin sueldo. Pero los murales carecen de un sentido, según ellos, éstos están llenos de miles de sentidos, son una representación simbólica que trata de recordarnos nuestros orígenes.
Del primer mural se puede rescatar todo, su concepción, el esmero y lo simbólico, que en adelante será sello inconfundible de los muralistas; cuando hablo de lo simbólico me refiero a la postura indigenista asumida por los artistas, quienes en su obra siempre combinan lo aborigen, lo tribal y cotidiano. En una sociedad de jóvenes fuertemente influenciados por la cultura grafitera gringa es una provocación, primero, pintar con pinceles, segundo, hacer honor a lo indígena. No obstante, es precisamente ese el impacto que se quiere generar; donde además hay música, letras, teatro, pero ante todo artistas que confluyen en un mismo sitio. De esta forma se ha ido nutriendo la participación de otros artistas dentro de la iniciativa, prueba de eso, el mural: Matria.
El arte está tomándose aquellos lugares que producen horror, sólo la voluntad puede transformar realidades, vasta pintar la vida de muchos colores, ver el poema escondido tras las pinceladas de un muro cuyo rostro ha sido tomado por las manos oscuras que quieren dar miedo y tomarse lo nuestro. Esta realidad se extiende hasta las puertas de algún templo abierto; el arte está tomándose corazones donde puedan nacer árboles que se extiendan hasta el cielo, donde vuelen las aves y brille la esperanza. Porque más que una pintura, los murales tienen cualidades poéticas que se pueden leer si se les observa con el alma de un niño.
Compañerxs de arte!!
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