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La MINGA es la guerrera del arco iris; es la que rota la herencia de la palabra, del pensamiento consiente a su pueblo; es la que vislumbra el amor por la pacha mama; es la que defiende, cultiva, distribuye y guarda con cautela la semilla primigenia que nos han heredado nuestros abuelos ancestrales. Minga de pie en la lucha, rotando la herencia de la palabra consciente; Minga en pie de lucha con los andantes de semilla; Minga, a min-guiar sin que los politiqueros utilicen la Minga como trampolín político. Es una lucha de educarnos con conciencia, ni un voto. . .

lunes, 26 de septiembre de 2011

LITERALMENTE UN BOLOLO


Voy a entrar a especular un poco. Estas nuevas generaciones de rebeldes con o sin causa, a propósito de la música fuerte y agresiva, se han ido reduciendo  en número pero no en energía; años atrás la escena del metal y el punk, en Barranquilla, parecía crecer como subcultura a consolidarse dentro de las alternativas de una juventud caribeña que poco tenía que ver con la fría Escandinavia o el Londres de los Sex Pistols. Al parecer hubo un estancamiento, producto de las típicas y falsas confrontaciones egocéntricas, lo cual es evidente; escenas que no proponen alternativas reales, de un modo u otro, se convierten entonces en etapas de euforia demencial a quemar dentro de los procesos de crecimiento en cada una de nuestras vidas. Será por eso que no logro encontrar más de dos o tres rostros conocidos entre la pequeña mancha de adeptos al pogo, tampoco, entre los parches de las bandas  tocando en tarima, que son los encargados de tararear las canciones, son pocos, pero airados, ansiosos y algo beodos.

El sonido aún hoy logra erizarme los pelos acelerando las pulsaciones de un corazón nostálgico, porque consigo remembrar un tiempo  ya ido. Escucho a Turbulenzia punk por segunda vez en el año. Consigo recordar todavía al vocalista de esta banda paseándose por los pasillos de la facultad de radio y televisión hace ya algún tiempo, con cresta de gallo a lo mohicano e ideas radicales en contra del sistema. . . La noche pintaba bien, no hubiera podido vaticinar el mierdero que se avecinaba. Aunque los desordenes ocurridos  durante el evento artístico vienen a ser parte de esa progresión ruidosa que nos transporta hacia tiempos violentos dentro de la historia contemporánea de la ciudad, el punk, el rock y el metal en eventos públicos. Esto no es más que una breve capitulación de la cultura violenta que nos ha acompañado durante toda nuestra historia como colombianos. Y es acá donde el espíritu juvenil de Rodrigo D empieza a pasearse por calles ajenas a su natal Medellín; éste el referente cinematográfico más cercano que tenemos en Colombia para poder hablar de punkeros y metaleros.

No estoy al tanto de los pormenores del suceso violento, los cuales se empezaron a manifestar mucho antes de que estallara toda la fanfarria de los bravucones   ¿será acaso que rayamos con el paroxismo hasta el punto de volvernos fanáticos en extremo? No busco despotricar contra nadie ni venir a responder preguntas, en realidad, vengo a crear cuestionamientos y a dejar el campo libre para que cualquiera haga deducciones según su criterio.  El hecho fue el siguiente: se cagaron el primer evento multicultural hecho en Puerto después de quién sabe cuántos años, convirtiéndolo literalmente en un BOLOLO, no de las artes, sino de la estupidez desbordada; los esfuerzos de quienes pretendieron llevar algo más que arengas politiqueras, a un pueblo estancado en el olvido y que naufraga en un mar de propaganda política, se ven troncados ante la reacción irresponsable de algunos cuantos fervorosos que al parecer ignoraban que estaban en Puerto Colombia, creyéndose por momentos en el Metropolitano viendo a su Junior del alma batirse a muerte ante su eterno rival el Atlético Nacional. Y es que la pasión mal administrada puede llevarnos a actuar como barristas, en el peor de los casos.


En la tarima se pudo apreciar el accionar contundente de grupos como UTER-RAP, TURBULENZIA, lastimosamente TUBARA REGGAE no pudo llevar a cabo su presentación; en realidad todas las bandas que se presentaron hasta antes del incidente cumplieron. Cómo olvidarse del tipo con collar de perro en el cuello, personaje más que memorable en la escena local, el GG Allin costeño, es mera actitud en tarima, todo un showman, para las grupis el Sid vicious,  que hace que se les mojen los cucos. Era la tercera vez que lo veía presentarse en vivo, y la segunda en que era testigo de cómo descargaba ráfagas de ira contra su instrumento. Es como recordar a Kurt Cobain desfogando todo su furor contra la guitarra. Mas, me atrevería a decir, que es el tipo del collar de perro el primer músico costeño al que se le ve esta actitud en tarima. Lo hizo en un Miche rock festival, fue significativo, era un escenario de dimensiones mayores, donde la elite era quien ponía la logística y el sonido; no obstante, si mal no estoy, esa noche de rock también fue sacudida por hechos violentos. Y la historia de los Miche rock festival termino una noche en el Romelio Martínez, mientras los Aterciopelados salían a toda mecha en una furgoneta porque algunos asistentes al evento se tomaron la tarima en una confrontación a muerte con la policía. Y todo por un pogo, y porque un tombo le pegó a la novia de alguien que se subió a la tarima y lo dijo por el micrófono. Acontecimientos similares que involucran a los mismos actores (Los jóvenes contra las fuerzas armadas), empero, varios disparos de fusil al aire, hicieron la diferencia esa noche en Puerto.

Luis cuenca




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